jueves, 3 de noviembre de 2016

SUEÑO 31116 (5)

SUEÑO 31116 (5)

Aparecí en un gran salón garaje y ahí vi a Edgardo, /el ex de mi hija viviendo en Francia. Trabajaba como guachimán, es algo como vigilante, tenía camisa azul celeste y pantalón azul oscuro, bien vestido con una gorra de la que usan los policías, pero acorde al uniforme.

Sonreí, estaba ocultando su trabajo, ¿para qué?, en sueños nos desplazamos a todo lugar en el universo, estaba igual de agraciado que hace unos años cuando lo creía mi hijo, pero por cosas de la vida, apareció una dama con escarpines de seda y moña de oro y abandonó los sueños hermosos que teníamos /me incluyo como buena suegra que fui y el otro hijo que presentí.
Se especializa en algo, ambos estudiaban Ingeniería Industrial, mi hija pronto se graduará, paso a paso, porque le toca trabajar para ayudarse en sus estudios, a éste joven también le tocó una lucha tenaz, ahora está en el extranjero, ese fue siempre su mejor sueño, ahora está solo y la "maracuyá”, /como le llamaba, cambió de tacones y la moña se le creció.

De un momento a otro, debajo de un gran portón metálico, sale un perro negro enorme, mostraba sus filosos colmillos muy amenazantes y sólo tenía ojos para mí. Temblaba como una gelatina y no sé de dónde salió un pote con agua helada y trozos de hielo dentro; cuando el animal furioso se abalanzó sobre mí, me cubrí con la vasija; el perro rabioso mordía los trozos de hielo.

Me sentí perdida, ya nadie vendría en mi ayuda, pero sí, mi amado yernito me auxilió cuando más voluble me sentía, y zafó a ese perro rabioso, lo agarró del cuello y lo apartó de mí con valentía.

Después de ahí, desperté con mucha fiebre, malestar, ese sentirme en una casa enorme pero con ganas de correr a la libertad, con deseos de liberarme de todo estorbo, de chécheres, de cosas que no necesito y dejar vacía la casa, ocupada  sólo con flores, perros, y mis hijos.

Mañana será un día en que iniciaré limpieza; regalar, sacar y bendecir mi hogar con agua bendita, porque cerré los ojos de nuevo y en la inmensidad vi demasiadas hormigas culonas, corrí apresurada a recogerlas, amaba éste oficio cuando era niña con mis hermanos y mi tía Noema, pero al llegar se transformaron en feas cucarachas, aquí ya no dormí más, no porque sean cucarachas tiene que suceder algo malo, en cambio lo del perro sí presiento que hay gente que habla a mi espalda, personas no tan santas que toda la vida me han puesto trampa, pero miro al norte y recuerdo que mi madre está ahí, entonces la fe me eleva y el viento suave que llega cual oración de la tarde, me permite confiar en un poder grande y mayor.

Mañana será un día maravilloso, los sueños se quedan aquí, en ésta lápida…
¡Qué descansen en paz!

Raquel Rueda Bohórquez

3 11 16 

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